martes, 9 de marzo de 2010

Ya no estamos en pascuas

La espalda siempre bien recta y, luego, dejar que me pinchen las vulgaridades de las calles. Primero que sí, luego que no, pero dijo que sí... Así que no. Si no le entienden a la primera, la mujer de masacre (en el lugar de corazón) se incendia en la ternura y desata la furia de la ignoracia. Duele, pero no mata.

Mis años más devotos se los debo a ella, mi corazón tortuoso también... Y este miedo, esta petrificante nación de azulejos. Le temo a la vida y le temo a la muerte, al padecer, al sentir placer, al gris pulmón que abarca el corazón de Manuel.

Estoy asustada.

Es por mí, corazón. Pues acá se enerva la vida y las raíces se suben al cielo. El trueno no te pedirá permiso y saldrá la sangre por tus ojos, pues el poder carcome y no deja a la razón encontrar un lugar en la fotografía. Y mi sufrimiento se hace inaudito.

1 comentario:

d2 dijo...

me gusta. Gracias