Seguimos en línea recta, en primer lugar.
Acá viene, aquel tema de contaminación y desgaste, que tus manos desataron ante aquellas nubes que forman, pero luego, transforman. Me encanta, lo deseo, me acerco y me estremesco. Mis pies se estiran y te respiro.
Además las escaleras que recorro en aquel cielo púrpura, violeta con amarillo y rojo. Como tu camiseta, aquella, la que conocemos. Tan alto y profundo y... Me destruye la mente. A veces tan puro, pero hoy infinito y, además, sincrónicamente hacia arriba, tan lejos como aquel que deslumbra.
El amor es todo,
el amor es nuevo, eres tú.
Y, cuando regresa el llanto, es momento de reincertarme, porque aquella inmensidad no sé a quién profese ni a quién altere, pero aparece el sollozo tímido de este irracional animal, yo, que no comprendo y temo.
Me temo a mí, que ya se acerca la bestia de aquel silencio.
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