miércoles, 15 de octubre de 2008

Indiscutiblemente no pertenezco a la concentración. Tomo aquellos cuentos griegos, leo.. y leo.. ¿qué decía?
Mi mente se bifurca lentamente y, de vez en cuando, sobre vuelo sus pensamientos, o quizá recorro mis goces. Intento descubrir los motivos de mi realidad, de mi inconsciencia diminuta y, por su puesto, de mi inocencia. No la hay.
¡Que se apodere de mí! Te lo pido, te lo juro.

Me hallo sumergida en una inmersa lectura, donde la desmesura es el papel protagónico. Y yo.. Yo solamente deseo frenar, para volver a caer y desgarrarme el pasado, como si todo dependiera de mi ser. Desplegar mis alas para pertenecerte y cubrir tu amargura con mis problemas.

¿Ya lo ves? Me fui de los libros.

En primer lugar.. Posteriormente.. Así mismo.. Conectores que tan solo unen palabras vacías que no enferman a mi corazón, tan solo son parásitos de mi inestable estado de ánimo. Ya no debo ser así, ya he agrandado mis penas y he ensanchado mi cordura, es momento de comportarme como la duquesa del frenesí, como la diosa acaudalada que tan solo brilla cuando tu calor corporal me invade. ¿Es cierto? Porque tal vez no pueda con..

¿Ya lo ves? La concentración y yo no recorremos un mismo cielo.