domingo, 18 de mayo de 2008

La del pelo esponjado

Me río contigo, con la que me crea más placer que el movimiento de mis articulaciones. Aún niña, pero tan vivaz. En tu mente las interrogaciones son una carcajada de varios recesos. Te doy gracias, porque la ilusión de mi vida se ve como el calcio en los dientes, cuando un niño esfuerza su músculo risorio para dar a mostrar al mundo que él todavía tiene la oportunidad. Y tú, a veces, tomas el sitió de ése niño y me haces volar.
Pero la vergüenza siempre se va a apoderar de tu cuerpo, aunque tú corres y te liberas, hasta que te cansas y te alcanza y caminas con ella.
Todos los días de mi vida te voy a extrañar al fondo del salón, con tus inmensos ojos verdes y tus caderas prominentes. Con tu estupidez en la epidermis, con tu despistaje en los ojos, con tu semblante tan ámbar. Siempre serás motivo de sonrisas, porque el sol así lo quiere, porque aunque en tu mano no tengas trazada una vida muy hermosa, tú sabrás cambiarla, porque dentro de poco vas a crecer y ser acuario te favorece en las pestañas.

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