Tengo entre mis dedos diez cabellos que van destrozando tu interacción pulmonar y la sonrisa pequeña. Pues el sol ingresa en mis ojos y poco a poco el blanco va degenerando esta vida de pesares y de la sangre que cae del piso de arriba. Las garras crudas que van coloreando de gris insípido esta cama, este pedestal, esta yo. En los pies siento mil carreras recorridas, mas una vida sin gritos, ni muertes lapidadas. Allá van las luciérnagas por la ventana, allá va el cáliz redentor... Esta jaula inaudita que solo presenta placeres vívidos, mas no placeres concretos, precisos, sentidos. Es este maldito corazón latente, que no se increpa en la lucha. Maldito, maldito, que es ave, mas no pájaro.
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