Es girar subjetivamente. El enredarse en este medio, este relleno de palmas falsas y celebraciones hilarantes. El reír, sonreír. Es la mirada penetrante que explota en los suelos, que revierte el primer sentir. La envoltura no configurada en mí, ajenos pájaros turquesas que se amalgaman a mi ser, a la pálida inconsciente. A la que no desea irse, a la locura hecha nación, el frenesí que oculta aquellos pesares de inmortal somnolencia. Ella no baila, ni derrocha mariposas en la plaza del parque, ella destroza los incendios, entumece el corazón. ¡Brilla! Ella asiente y se crece, se refuerza y vulnera. Ella ha roto el cemento, ha pintado cien nubes y ha maldecido esta vida.