La maldita. La que te carcome los sentidos y te descontrola, esa. La que me hace palpitar las muñecas pidiendo por tu esencia.
Aquella, la solitaria, la única y perversa, que me envuelve y me mata y me jala hacia tus brazos, hacia tu calor inmediato, esa.
La fuerte y despiadada que inunda mi ser llenandome de ti, que tortura y muerde con fuerza sucia.
Esa dolorosa, que se avecina inocente y me hace sumergirme en ti, en tu viviente amor que me llena el alma y me eriza los huesos.
Es esa la locura que me desata en mi próximo frenesí frente a tu cadáver. Aquella locura que me arrincona ante tus pies y me hace sentirte el caballero despiadado que solo tiene ojos para el amor y para hacerme sentir aquella mujer a salvo del ahogo.
Ahí va, la maldita, mi locura, tu locura, mi desenfreno ante tu impecable vícera.