Yo grito.
Y tú giras.
- Subjetivamente, por favor, como las sandías.. -dije yo- Tomaré una gran taza, de las más grandes, con café, por favor.. ¿sin azúcar? sí, sin azúcar. Café, café, café, café. Es amargo y su perfume es excitante, como un recorrido por sus venas. Y verás, es que he andado largos tramos pensando en él y en su sangre, tan solo sería por ello, pero también.. No lo sé. Es horrible y nefasto, es grosero e impertinente, pero me hace palpitar y su sonrisa es como.. Como la lámpara de Aladino ¿sabes? tan mágica y espiritual. Pero no se sabe cuidar y de su boca tan solo se liberan garras crudas y llagas intermitentes. Nadie ha de acercársele, porque su configuración es aséptica y su vientre melancólico, tan precioso y perfecto. Actúo como una romántica, hablo de lo grotesco, pero finalmente quiero alabarlo como mi profesía más sublime. Este disturbio es fuerte y es.. Es amargo, ¿por qué no?, amargo como el café. Como el café que me ibas a traer. No te distraigo más y traeme rapidito el café.
- Sí.